Puede que cuando sepas de dónde viene la tradición del ramo de novia no te suene nada romántico. Sin embargo, la intención era la misma. No hay ninguna razón práctica para que la novia lleve algo entre las manos, sin embargo, desde el principio se ha atribuido una superstición en la ceremonia en la que la mujer debía llevar hierbas aromáticas para esquivar las malas energías que pudieran interferir en el matrimonio.
El olor y el amor
Desde siempre el olor ha estado asignado con el sentimiento, con aquello que se cree, se desea o se siente, pero no se ve de forma clara. Así, es normal ver quemar incienso en los lugares sagrados de diferentes religiones como forma de evocarnos lo divino.
Las hierbas aromáticas se han utilizado también para el amor. Es por eso que las novias llevaban antiguamente ramos de tomillo, ajos o eneldo. Estas hierbas aromáticas que usamos como condimento en los alimentos, también nos servía para alejar las malas energías de nuestros matrimonios.
Sin embargo, con el paso del tiempo nos hemos ido refinando hasta pensar que quizá el del ajo no sería el mejor para recordar el día nuestra boda.
La llegada de las rosas
El origen del uso de las rosas en la tradición romántica no está nada claro. Aunque se piensa que el olor de las rosas comenzó a usarse como afrodisíaco, también es cierto que en la Edad Media las mujeres usaban ramos de rosas para “maquillar” el olor que desprendían sus cuerpos (recordemos que la higiene no era demasiado común por aquellas épocas).
Sea como fuese, las rosas han casado perfectamente con las ceremonias de matrimonio. A día de hoy, atribuimos un significado a cada uno de los colores de las rosas; la rosa nos sirve como metáfora del amor frágil y bello, el cual hay que cuidar día a día, con esmero.
Es difícil ver una boda donde no se tenga en cuenta, en detalle, la tradición del ramo de novia.